La culpa la tiene Cupido.
- Jeannette Angulo Rueda
- 23 jul 2015
- 2 Min. de lectura
Derrepente una mirada intensa te obliga a voltear sin pensarlo sintiendo el tiempo en cámara lenta subiendo la adrenalina al mismo tiempo, encontrando los ojos que nos buscan. Una sonrisa enorme brota y contagia a esa persona que al instante sólo existe, los segundos se congelan durante instantes y derrepente ya estás aquí y ahora.
Cuando te pase algo así y todavía te quieran cantar la bamba para quedar bien, lamento informarte que el travieso cupido te flechó sin querer queriendo.
Eros es el nombre de este encantador “angelito” quien porta flechas de oro con plumas de paloma que provocan un amor instantáneo, pero cuando la luna es de plata el efecto es más intenso ya que él visitaba a su amor Psique todas las noches rogándole siempre que no viera su rostro.
¿Crees en el amor a primera vista, o tengo que pasar de nuevo? Este fenómeno conceptualizado como una especie de locura momentánea o rapto de pasión que no necesariamente está vinculado con lo el amor romántico.
Un estudio realizado por un grupo de profesionales ingleses de la Universidad de Aberdeen, el amor a primera vista no sería más que mero narcisismo. Según, el investigador Ben Jones quien se enamora a primera vista lo hace de aquella persona que le transmite cualidades positivas sobre sí mismo: belleza, inteligencia, simpatía, afecto o alegría. Es decir, se enamoran de quien podría enamorarse de ellos. Más que amor genuino, es un espejo de quien se es o les gustaría ser.
Pero, ¿no resulta una señal empatía que la persona que nos atrae nos esté mirando a los ojos y demostrando interés sobre nosotros? ¿El amor no es una de las formas de comunicación más auténticas y placenteras que existen?
Los investigadores sostienen que el amor se basa en muestras de interés, y no sólo de atracción física. “Sonreír a los demás y mantener el contacto ocular nos hace más seductores para los demás y eso es algo de lo que casi todos somos conscientes en mayor o menor medida. También son relevantes las señales sociales sobre cuánto atraemos a otra persona. Así, actitudes que transmiten mensajes del estilo "Estoy interesado en tí", o el hecho de mirar directamente a los ojos serían las claves de lo que comúnmente se define como una muestra de "amor a primera vista", define Jones. Para defendernos del travieso Cupido vamos a recordar algunos mitos y mantener los ojos abiertos y firmes. El mito de la media naranja. Se hunde en El banquete de Platón donde Aristófanes nos habla del amor como “un íntimo anhelo de restitución de una plenitud perdida”. Este mito supone que elegimos a la pareja para la que estábamos predestinados, la mitad que nos faltaba para llegar a la plenitud. Nos encontramos, por tanto, incompletos siempre y cuando no nos unamos con nuestra otra mitad. Es la relación de pareja la que dota de significado a cada parte. El mito de la equivalencia. Éste es el mito generador de la idea de amor romántico. Supone la creencia de que amor y enamoramiento son equivalentes. Si tenemos en cuenta que la fase de enamoramiento tiene fecha de caducidad este mito nos conducirá inevitablemente a entender la dinámica de las relaciones de pareja de manera traumática. “Si una persona deja de estar apasionadamente enamorada es que ya no ama a su pareja y, por ello, lo mejor es abandonar la relación”. El mito de los celos. Los celos son un signo inequívoco de amor verdadero. Se es celoso porque se quiere a la otra persona. Así “dar celos” se ha convertido en una estrategia muy corriente para verificar el grado de amor que nos tiene la otra persona. El mito de la omnipotencia. Según el cual el amor todo lo puede. No hay obstáculo que el amor no pueda superar. Tiene el peligro de llevar a perdonar y justificar cualquier cosa por amor. Quizá lo más importante, no sea si el amor sucede a primera vista o es una construcción a través del tiempo. Lo más increíble de las historias de los enamorados, es que nadie puede establecer con exactitud cuál es la mejor forma para lograrlo. No hay tiempos, no hay fórmulas, no hay estadísticas, no hay manuales para el amor, y allí radica su originalidad y sentido. ¡Enamorarse sucede! ¡Nos vemos en la próxima edición para seguir reflexionando de este amplio tema!
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